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#11 ¿Diseñadora de periódico o de estudio?
Hace un año Cristina llegó a nuestro estudio después de cuatro años trabajando en el periódico británico ‘The Times’ como diseñadora gráfica tanto para la edición impresa como para sus canales digital
Para celebrar el aniversario de su incorporación, y dado que no es la primera persona del equipo que ha pasado por el departamento de diseño de un periódico, hemos querido comparar las rutinas de ambos trabajos, sus ventajas e inconvenientes. También, hemos preguntado a Cristina por el balance de este año entre nosotros. ¿Sincericidio?
1. Tipo y ritmo de trabajo
El trabajo de un diseñador gráfico en una redacción puede parecer monótono: hacer páginas como churros, buscar y preparar imágenes para ‘ilustrar’ temas en web y redes, y atender la larga fila de periodistas que reclaman maquetas, muchas veces sin escuchar el criterio de los diseñadores... Un día, otro día. Y otro. En un estudio, en cambio, hay variedad de encargos y clientes. Muchos, al mismo tiempo. Saltas de una identidad visual a una revista, y por el camino una web, una campaña... Aunque no es oro todo lo que reluce. También hay monotonía: un libro de muchas páginas, un informe mastodóntico, la sistematización de elementos de diseño en un manual o la preparación burocrática de un concurso.
Pero un periódico es en realidad un cúmulo de sprints diarios o semanales que impiden que campe a sus anchas el aburrimiento. Estás constantemente entregando trabajos. Algunas veces, surge la oportunidad de un proyecto especial de más largo aliento, pero el grueso de la ocupación es el día a día. En un estudio el ritmo es por completo diferente: los proyectos duran normalmente entre uno y tres meses, hay algunos con lo que puedes estar más de medio año… o un año entero. Llega un punto en el que lo único que quieres es soltarlos, no seguir dándole vueltas a lo mismo.
2. Habilidades
Para poder llegar a tiempo a los cierres, el trabajo en un periódico está muy automatizado. El uso de plantillas y la repetición de unos estilos previamente establecidos limitan la creatividad del diseñador, pero estas restricciones aseguran la eficiencia. El reto está en ser a la vez creativo y resolutivo con las herramientas que uno tiene, un ejercicio apasionante que tiene al diseñador con la cabeza a mil por hora durante la mayor parte de su jornada.
En un estudio no hay tantas normas y sí más margen. Lo cual a veces también puede generar más dudas. Incluso vértigo. Se tiene tiempo para pensar y plantear cosas de cero, para —como se dice hoy— procrastinar; es imprescindible prestar atención al detalle y al acabado. Hay más tiempo, sí, pero eso implica saber organizarse bien para cumplir calendarios, no solapar demasiados proyectos, defender las cosas con argumentos, recibir feedback y aceptarlo con la mejor cara posible...
3. Adrenalina
Aunque no sea el trabajo más creativo del mundo, la velocidad de desempeño en una redacción no se puede comparar con la de un estudio. La adrenalina de la actualidad es lo que hace imposible que uno se aburra en un periódico. El diseñador promedio no tiene mucho tiempo para pensar y, para cuando se quiere dar cuenta, ya ha terminado su jornada laboral. Curiosamente, o no, la adrenalina genera adicción. Por el contrario, el ritmo de trabajo en un estudio es más pausado. Hay tiempo para mirar ejemplos o documentarse, para bocetar y hacer pruebas, buscar caminos, para preguntar... El ejemplo de Cristina, antes y ahora, es muy ilustrativo:
En ‘The Times’ tuvo que animar un gráfico de un minuto sobre un barco hundido en poco más de un día. Para una animación de ese estilo, en un estudio cuentas con días o semanas de trabajo, y distintas fases: guión, storyboard, ilustraciones y producción…
En nuestro estudio ideamos, diseñamos y produjimos desde cero ‘The Red News’ en menos de diez días. Un periódico de 16 páginas que perfectamente podría corresponderse con un suplemento de fin de semana de un periódico.
4. Horarios y rutinas
Pese a las rutinas, cada día en un periódico es una aventura. No sabes qué esperar de él. Aunque tengas un horario, éste pocas veces se cumple. La hora de salida es incierta. Trabajar en un periódico es el peor oficio del mundo si quieres salir a cenar con amigos: siempre llegas el último… si llegas. Dar servicio a la edición impresa y a la web hacía que los horarios de Cristina cambiaran por completo de un día a otro. En nuestro estudio, con la excepción de algunos momentos puntuales que se corresponden a entregas, las normas del juego son más transparentes. Uno puede tener vida más allá del trabajo.
Preguntamos a Cristina por un rápido balance de su primer año. Nos dice:
"Cuando sales de un periódico y llegas a un estudio, todo es chocante. Toda la creatividad y la libertad que llevaba queriendo tanto tiempo me generaron bastante inseguridad al principio. Pero no me arrepiento de haber hecho el cambio. Me parece muy enriquecedor tener experiencias laborales totalmente diferentes".
¿Mejor entonces para un diseñador trabajar en un periódico o trabajar en un estudio? Difícil decirlo. Y más cuando, si profundizamos, encontramos algunos asuntos paradójicos que pueden cuestionar las conclusiones anteriores. Por ejemplo, que quizá el trabajo en un estudio está más ligado a la actualidad de lo que parece. O que en un estudio hay más rutina y más riesgo de acomodamiento del que puede uno pensar a primera vista. O que pensar rápido y no tener tiempo pueden estimular la creatividad: ¿no es casi siempre mejor la primera idea? O que en un estudio, con frecuencia, no se pone toda la carne en el asador cuando se trata de encargos secundarios, como si hubiera proyectos de primera y de segunda. Grave error. O que un equipo pequeño favorece la versatilidad, pero quizá limita la ambición y reinan las autojustificaciones. O…
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